domingo, 22 de febrero de 2015

POR LOS ANÓNIMOS

(de la Gesta de Patagones, año 1827)

1
No siempre es justa la historia
con algunos que lucharon
y sus vidas inmolaron
en los campos de la gloria;
el no guardarles memoria
que permita recordarlos,
es como parias dejarlos
en el limbo del olvido
con un pago parecido
a ignorar y traicionarlos…

2
“De muestra basta un botón”
suele decir la sentencia
y vale la referencia
por lo que fuera un mojón;
peligraba la Nación
y sus gentes, como horcones,
apuntalaron blasones
en mil ocho veintisiete
cuando al Brasil “ en un brete”
metieron en Patagones.

3
¿Qué motivó la patriada?,
 la pretensión imperial
por la actual Banda Oriental,
en posición encontrada;
fue la Gesta una alborada
de heroicos tiempos pasados,
con algunos consagrados
por la más justa razón
y otros, que la ocasión
dejó por siempre olvidados…

4
Desde tiempo antes sabían
en la población costera
que sería vana la espera
pues la ayuda no vendría;
lo poco que se tenía
había que hacerlo rendir
y a todo trance impedir
el avance lusitano,
con armas, palos o a mano
hasta vencer o morir.

5
Y según lo anoticiado
se les vino el invasor,
tremendo, amenazador
y sobradamente armado,
pero apenas un puñado
 lo enfrentó “sin flojadera”
en  el río, y por doquiera
hasta que a la suerte inclina
el coraje de Molina
y la visión de Olivera.

6
Así se fue dando aquello,
y  la victoria al final
pues golpeado el pedernal
dan las chispas su destello
castigado el atropello,
como el destino quería
ya en las sombras se perdía
el primer encontronazo:
valor, dolor y chispazo
que fuera “La Batería”.

7
Al fenecer de febrero,
en la desembocadura,
el Río Negro en puja oscura
se funde en el mar, postrero;
desoladamente fiero
es el remoto lugar,
con un viento que al soplar
violento y endemoniado
parece que, empecinado,
quiere los pastos quemar.

8
Allí, con su banderola,
entre jarillas y arena
se yergue sobre la escena
patéticamente sola;
es apenas una aureola
en la inmensidad agreste,
más procurará que cueste
adentrarse por el río
y aceptará el desafío
que llegará desde el Este.

9
Un paupérrimo armamento
que justifica aquel nombre:
“Batería” (que hoy asombre
erigida en monumento);
llegó el temido momento
y el enemigo avanzó,
casi engañarlos logró
-a los patrios defensores-
cuando celestes colores
en sus mástiles izó.

10
Muy pocos en las defensas,
más o menos unos doce,
para que el cañón desbroce
las vidas, a sus expensas;
al quedar como suspensas
las gargantas en un grito
parecen que al infinito
lo quisieran horadar,
mientras la sangre al gotear
dejará, al suelo, marchito…

11
¿Quiénes fueron?, aún barrunta
la leyenda desde entonces…,
¿porqué negarles los bronces?,
todavía se pregunta;
un solo nombre se apunta:
 Fiori, itálico corsario,
¿y aquellos dos que el sudario
del arenal recibieron
y al ser sombras, se perdieron
en misterio legendario…?

12
Eran esclavos los dos,
y negros, para más dato,
no pidieron “el barato”
para ir de la lucha en pos;
cuando rogando a su Dios
no pudieron resistir,
ni esconderse, ni impedir
grillos, garrotes, cadenas,
marcas, vejamen, gangrenas
que les hicieron sufrir.

13
Miserables cancerberos
a trescientos capturaron
o mejor decir: “cazaron”
pese a ruegos lastimeros;
al oficiar de negreros,
a látigo y arcabuz
los “alumbraba la luz
del progreso y de la fe”,
pues tenían el tupe
de marchar “bajo la Cruz”…
14
(Al recordar lo pasado
hay que evitar suspicacias 
que supongan contumacias
sobre el triunfo conquistado;
aunque un algo desgraciado
aún no deja de doler
por lo de comprar, vender
y esclavizar semejantes
en costumbres denigrantes
que hacen pensar y escocer).

15
Desde el África añorada 
hasta el Brasil, en un barco
era el espectro del arco
de la cruel encrucijada;
no esperaban ya más nada,
aunque la guerra en cuestión
 fue motivo de la acción
de corsarios nacionales
y aquellos pobre mortales
cambiaron de “condición”.

16
Rumbos por cierto intrincados
depara crudo el destino
y señala, el muy ladino,
a los hombres desgraciados;
es el caso que, engrillados
como quebrados tizones,
en el barco, estos varones
resignados a sufrir
no imaginaban morir
por Carmen de Patagones.

17
Los llevaron hasta el Fuerte,
no bien llegados a tierra
y allí, un registro les cierra
el volido de la suerte;
para la vida o la muerte
“de la Patria” se les llama,
como el único epigrama
que sus vidas merecieran
y apenas un punto fueran
en  el reparto del drama.

18
Más de cien los anotados,
junto a trastos y pertrechos,
con  sus mínimos derechos
ya de por sí cercenados;
convertidos en soldados
en la condición más dura,
tratados como basura
entre insultos y golpizas,
durmiendo en caballerizas
por su origen,…y negrura.

 19
Y a la primer ocasión:
derechito al matadero
ya que era “barato el cuero”
y tenían un montón;
¡vaya con la aclaración!,
si de por si se sabía,
darían más todavía:
la sangre,… el último aliento
en el supremo momento
de la heroica “Batería”.

20
Porque la muerte ladina
acechaba por febrero
en aquel altar postrero
de la primer tremolina;
y en la niebla purpurina
del amanecer silente
se pudo ver, de repente,
y ya remontando el río
al gigantesco navío
del invasor insolente.

21
Y después, aunque a retazos,
se supo lo acontecido
cuando al último quejido
taparon los cañonazos…;
dos morenos que a pedazos
moteaban el arenal
cumpliendo el sino fatal
de las vidas “sin valor”
que del desprecio y dolor
se liberan al final.

22
El tiempo al acometer
inexorable y sin prisa
dejó una huella imprecisa
de aquel hecho del ayer;
empero el fosforecer
de dos almas irredentas
guiñan en nubes, que lentas
rielan por cielos perdidos
desafiando los olvidos
¡sin perdonar las afrentas….!

Versos de Jorge Danilo Vega
                      “El Azulero”

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