domingo, 1 de junio de 2014

EL GAUCHO MEDINA

Olfatiando la querencia
vengo de vuelta a mi pago,
por las ideas que me hago
no ha d’estorbar mi presencia.
Después de una corta ausencia
vuelvo a mis campos de ación,
campos que fueron y son
los produtores del trigo,
y el rancho de los amigos
del viejo crioyo fogón.

Por no verme desgraciao
causa de un arrendatario
que hasta el mismo comisario
se había puesto de su lao,
me fui al campo de un cuñao
después de vender la triya,
acomodé la tropilla
que an daba desparramada
y me alcé una madrugada
para evitar la rensiya.

No traigo más que’l montao
aunque algo de lejos vengo
pero, yo sé lo que tengo
debajo de mi recao;
más de una vez lo he probao
siendo todavía potriyo
lo compré en El Saladiyo
a un mayordomo de’stancia,
no le mezquino distancia
toda vuelta que lo ensiyo.

Me trái arriando el deseo
de meterme en una estancia
para absorver la fragancia
del campo en su reverdeo,
mesturarme en el rodeo
de los que ha quedao alguno,
y cuando fuera oportuno
cuadrándose la ocasión,
atracarle el mancarrón
al costiyar de un vacuno.

“¡Qué tiempos…!”,  dijo Medina
aqueyos que él recordaba
y el campo se trabajaba
en esta tierra Argentina,
era una cosa divina
ver los floridos trigales,
la estensión de los maizales
y diferentes forrajes,
y las carretas en viajes
acarriando los cereales.

Algo queda del pasao
a mi, me quedan los años,
con algunos desengaños
que los yevo resignao.
Bastante habré tironiao
como el güey de la carreta,
mi vida ha estado sujeta
a trabajar como pobre
pa’ poder tener un cobre
pa’ la carne y la gayeta.


Versos de Juan Quiroga

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