Sacando
el poncho a la noche,
clarea
la madrugada
y
por dormir cara al cielo
no
hay charco que ande sin plata.
Al
borde de las lagunas
hay
silbones en bandadas,
en
cada pico hay clarines
y
mensajes en las alas…
Un
agitar de pañuelos
despedida
imaginaria.
Para
aprovechar la fresca
la
carreta sigue en marcha
con
bueyes que cabecean
como
acunando distancias,
y
junto al monte cercano
se
oyen trinos de calandrias,
también
se arrullan su amor
las
monteras y torcazas…
Un
agitar de pañuelos
despedida
imaginaria.
Viejo
cazador de antílopes
escruta
con su mirada
del
monte el lugar preciso
donde
despluman las garzas…
A
veces se ve un nutriero
que
está preparando trampas,
cobrizo
de sol el rostro,
cabello
en fibras de plata…
Los
alambrados son cuerdas
de
una gigante guitarra.
Cada
vida es un destino,
tengo
de estrellas las marchas,
yaguareteces
en celo
son
las penas que se callan.
No
encontré la pulpería
que
a mi sed pueda apagarla,
la
yarará de un olvido
me
picó hondo en el alma.
En
el lomo’e los pichones
hay
suavidades que amansan.
Hoy
uso como pañuelo
las
cuerdas de mi guitarra
que
se nutren de alaridos
con
malones de una indiada,
que
en el infierno del llano,
entre
fieras y alimañas,
aprendió
a salvar abismos
igual
que mula baquiana…
Toda
huella es buena huella
si
lleva pa’ Madariaga.Versos de Arístides Danilo Isasa
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