lunes, 13 de abril de 2020

TRISTE


Anque la ausencia me lleve
derecho a la sepultura,
has de encontrar que no muere
quien bien ama con finura:
y ansí verás que a tu acento
renace otra vez la vida,
volviéndose puro fuego
mis despojos y cenizas;
¡porque también tiene el Negro
dentro el cuerpo un alma activa! 

¡En vano fatal destino
me persigue sin cansarse!
Luchando contra mí mismo,
tirana, con fe de amarte:
juera más fácil que el cielo
se juntara con la tierra,
que estinguirse intenso el fuego,
que a mi triste pecho incendia…
¡no es posible, anque, de celos,
el mismo amor no lo quiera!

¡Sabe, ingrata, que el amigo
que más quise, fue mi Moro,
en paz o en guerra mi alivio:
pues más que a ese fiel te adoro!
y si al cruzar por el llano,
recordándote… suspiro
bañado mi rostro en llanto,
el Moro arroja un quejido,
porque comprende que te amo
más que a él, mi tierno amigo.

Yo en mi martirio me gozo
ocultándome en la selva,
porque es mi dicha tan solo
entregarme a la tristeza;
y ansí verás que la vida
se aumenta por cada pena,
y que, muerto, el alma activa
te adora con doble fuerza,
pues este amor que me anima
es la ley de mi existencia.

Versos de Francisco F. Fernández
                        (1842 – 1922)

Nota: Particularísimas décimas,
correspondientes a la escena 3
del Acto I, del drama teatral “Solané”,
escrito en 1872.

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