Como implorando
ternura
de un corazón
indolente,
triste el cencerro se
siente
por la infinita
llanura.
Y cuando al grito se
apura
la “madrina” en su
trotar,
comienza el eco a
doblar
sus melancólicos
sones,
como llamando a oraciones
en la hora
crepuscular.
Ciertas nostalgias de
ausencia
vuelca su canto al oído
como recuerdos traídos
de otra lejana
querencia.
Y así, en continua
insistencia,
va martillando sin
tregua
adormeciendo a la
yegua
que lo acuna en el
pescuezo;
mientras acorta el
regreso
dejando legua tras
legua.
Cencerro tradicional
campanita peregrina,
sos en la pampa argentina
como un grillo de
metal.
Cuando borra el
temporal
del rumbo, la última
estrella,
cuando la hacienda
atropella
y apaga el viento el
silbido:
vas gotiando tu sonido
como alumbrando la
huella!
Sonajero que el
destino
le dio al gaucho en su
niñez,
y hasta la misma vejez
lo acompaño en su
camino.
Cuando joven, era el
signo
de una esperanza
latente,
y al compas
intermitente
de su música sencilla,
entablada la tropilla
galopaba alegremente.
Pero, la vida que
quita
las ilusiones más
bellas,
en el polvo de las
huellas
las fue dejando
marchitas…
siempre el cencerro se
agita
con su continua
canción,
pero, ya en el corazón
del pobre gaucho
resero:
no es alegre sonajero
sinó un toque de
Oración!
Y mañana en el olvido
de una cumbrera pendiente
lo mirará indiferente
quién ni sepa lo que
ha sido!
Nunca jamás su sonido
se irá en la huella
alejando,
solo algún gaucho
añorando
tiempos para él más
dichosos,
lo oirá, cerrando los
ojos
mientras sueña
recordando!
Versos de Pedro
Boloqui
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