En
Catamarca se ve,
de
la sierra en la ladera,
a
una vieja tapera
de
un “terebitno” al pié.
Hermoso
rancho que fue
orgullo
en tiempo pasado,
donde
el gauchaje ha bailado
sus
famosos pericones
y
donde alegres canciones
los
troveros han cantado.
Yo
recuerdo en el pasado
cuando
todo era alegría,
Manuel
González vivía
de
su familia rodeado.
Era
un gaucho estimado
por
su conducta ejemplar,
más,
con un hondo pesar
por
un caso inesperado,
a
la ciudad se ha ausentado
abandonando
a ese hogar.
De
entonces, abandonado,
el
rancho perdió su brillo,
pues
la “jarilla”, el “sunchillo”
y
la “chilca” lo ha rodeado,
“brea”
y “tuscas” se han secado,
Igual
la “suelda”, el “chaguar”.
Tampoco
se oyé trinar
la
calandria ni el zorzal,
ni
se ve bajo el sauzal
a
los changuitos cantar.
Hoy
al ver en la ‘mansión’
de
ese rancho los despojos,
lágrimas
vierten mis ojos
y
sangra mi corazón;
y
con mi guitarra al son
de
sus notas plañideras,
a
Catamarca quisiera
muy
dignamente ensalzar
y
a sus hijos tributar
mi
canción… a la tapera!
Versos
de Fabián
A. Balance
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