Venías
por el verde del sendero
cuando
la tarde se pialó en tu lazo
acariciando
el anca de tu overo.
Rojo,
detrás de ti, quedó el ocaso
amortajando
al rubio misionero.
La
noche te esperaba en su regazo
para
acunarte en alas del lucero
mientras
la luna, con sereno trazo,
rubricaba
de plata la llanura.
Apeóse
tu cansancio entre las huellas
por
donde van tus sueños en tropilla,
y
al brindarte la pampa su blandura
durmióse
tu fatiga en las estrellas
bajo
un suave perfume de gramilla.
Versos
de Lázaro
Seigel
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