I
Protagonista
heroico en la batalla,
centauro
montaraz bravo y despierto:
“El mejor gaucho es el paisano muerto”
pontificó
la pluma de un canalla.
Sobreviviendo
lanzas y metralla
él
nos legó cultura a campo abierto,
desde
el rancho al fortín en el desierto
sin
alambrada, límite ni valla.
Padre
le dio bravía la Conquista.
Madre
la suave Indígena Morena.
Nació
hidalgo, libérrimo y artista.
La
cuerda de su acento vibró plena,
y
en la cruel epopeya de su pena
tuvo
La Patria su más noble arista.
II
“¡Alambren,
bárbaros!”
decía
aquel
que le negaba su existencia
y
lo mandaba echar de su querencia
mediante
juez de paz y policía.
¿Papel
de propietario? Él no tenía
más
título que la ancestral herencia
de
la pampa que viera su vigencia
y
del viento, clarín de su hidalguía.
Y
vino el gringo, marido de la espiga,
con
título, poderes y derecho
sobre
esta tierra que se ofrece amiga.
Y
fecundó los campos en barbecho,
mientras
el gaucho que mató la intriga
solo
sirvió para poner el pecho.
III
Yo
voy a rescatarlo del olvido.
Mi
corazón resiste este presente
sin
su crisol moral y su valiente
alma
que se perdió en un tiempo ido.
El
viento que lo nombra en su alarido
y
el pajonal añora su simiente
que
hacen a un pueblo levantar la frente,
traicionado
quizá, jamás vencido.
Él
forjó lo que hoy queda de esta tierra.
Indio
y castizo, poblador salvaje
y
civilizador en paz y guerra.
Gaucho
hermano, perfil de mi paisaje,
todavía
un clamor de pampa encierra
el
himno nacional de tu coraje.
Versos
de Julio
Jesús Villaverde
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