Un bagual, que es
reservado,
y un domador de los
buenos.
Campo abierto… y unos
cardos,
mudos testigos del
cuelo.
El criollo se ha
puesto vincha
sujetando el negro
pelo
y en su brazo se
prolonga
el ancho y rudo
talero.
De un salto queda
montado
en el potro, que al
momento
de afirmarle las
espuelas
arranca en el
bellaqueo.
Y en el aire las
lloronas
-que al bruto le sacan
fuego-
parecen chispas
salidas
de dos estrellas de
fierro.
Baja implacable la
lonja
-cuero dando contra el
cuero-
floreciendo en el
arisco
los corcovos como
flecos.
Se vuelve un arco en
el aire;
pega tieso contra el
suelo…
luego gira en
remolinos
y se abalanza de
nuevo!...
Después, bañado en
espuma,
poco a poco va
cediendo
al rigor con que lo
abrazan
las dos estrellas de
fierro.
El criollo ni se ha
movido.
Parece cosido al cuero
del potro que, ya
entregado,
toma un trote
desparejo.
¡Rigor de espuela y de
lonja,
fuerza y baquía en
cotejo!...
Campo abierto… y unos
cardos
mudos testigos del
duelo!
Versos de Camilo
U. Pérez Risso
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