(estilo)
Cuando
la linda mañana
llegaba
hasta ti, sonriente,.
tu
silueta reverente
mostrábase
en la ventana.
La
madreselva y la liana
perfumaban
el tapial
y
fragante y estival
en
su gran soberanía,
triunfaba
en la gallardía
de
tu bata de percal.
¡Tu
bata! Quien no la viera
bajo
el viento perfumado
en
el florido cercado
lo
mismo que una bandera…!
La
flor de mi primavera
yo
la ofrendé, pasional;
hoy,
junto al viejo brocal
abandonado
y sombrío,
se
muerde el recuerdo mío
por
tu bata de percal.
Era
tu bata, rosada,
y
entre sus pliegues, gentil,
la
violeta del Abril
suspiraba
aprisionada.
La
margarita pintada
le
dio su aliento cordial;
frescuras
le dio el sauzal,
y
la vieja pulpería
el
vino de su alegría
a
tu bata de percal.
Ya
se fue con su primor
rosado,
tu bata linda;
queda
en tu boca de guinda
despuntando
el sinsabor…
¡Quién
hubiese sido flor
para,
en el trance final,
dolida
y sentimental,
como
una hiedra adherirse,
y
marchitarse y morirse
en
tu bata de percal.
Versos
de Julio
Díaz Usandivaras
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