1
Vengo buscando tu
alero
donde el amparo de un
nido
la madre selva ha
tejido
para el trovador
campero.
El encendido lucero
de tu hermosura
temprana
me conduce a la
ventana
donde te muestras
triunfal…
¡Cómo si fuera un
zorzal
para cantar tu mañana!
2
Cerca, muy cerca de ti,
vengo a decirte la
cuita
que en la llanura
palpita
y en la llanura
aprendí.
Para cantarte nací
en la flora del
plantío;
-feraz belleza de
estío,
calcada en sensual
donaire
como esas flores del
aire
nacidas para el
rocío-.
3
Yo vengo para cantar
tus frescuras de
capullo
con el vibrante
murmullo
que deja el viento al
pasar.
Yo te quiero acariciar
como al junco la
laguna;
y sin vehemencia
ninguna
descender en mis
antojos
hasta el fondo de tus
ojos
deshecho en rayos de
luna.
4
Yo quiero ser el
raudal
en cuya líquida curva
la correntada no turba
su letargo de cristal,
y caricia del sauzal
llegar a tus pies,
dormido,
ser espuma; ser latido
de los hervores del
cauce;
y en las penumbras del
sauce
besarte apenas, sin
ruido…
5
Yo quiero ser la
llanura
donde se ahonda tu
anhelo;
horizonte de tu cielo,
espacio de tu ternura…
Y ser la caricia
obscura
de la noche que te asombra,
cuando la brisa te
nombra
con su lenguaje lejano…
¡Como si el alma del
llano
te besara con la
sombra…!
6
Yo quiero ser la
enramada
que te da sombra y
perfume,
donde tu afán se
consume
como una pena callada…
Y abrazando tu morada
ser el fleco de
glicina,
donde la calandria
trina
y se acurruca la
aurora;
siempre vibrante y
sonora
de vuelos de
golondrina.
7
Yo quiero ser a lo
lejos
lo que buscan tus
miradas
en las tardes
incendiadas
de vespertinos
reflejos…
los sentimientos
perplejos
de tu espíritu hecho
aroma;
el trebolar de la loma
donde brotas,
margarita;
y la rama que se agita
cuando te asientas,
paloma…
8
Yo quiero ser el rosal
que en las mañanas de
octubre,
al inclinarse, te
cubre
de flores el delantal…
Y en tu blusa de
percal
ser el adorno florido
que te acaricia,
atrevido
en tentaciones
deshecho
para vivir en tu pecho
como un recuerdo
prendido…
9
Yo quiero ser la
canción
que en las cuerdas se
desgarra
cuando gime la
guitarra
lo mismo que un
corazón…
ser la oculta
vibración
de tus íntimos
cantares,
el ritmo de tus
andares
que en armonioso
trofeo,
va perdurando el deseo
de los tangos
populares.
10
Yo quiero ser el rumor
de la pampa indefinida
-espuma desvanecida
en tus riberas de
amor-.
Y ser en tu alrededor
lo que ambiente y alma
es,
para filtrarme al
través
de las flores del
alero…
¡Como si fuera el
pampero
enamorado a tus pies!
Versos de Francisco
Aníbal Riú
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