Quién
sabe qué edad tendrías
cuando
te vieron mis viejos.
Le
injertaron a tu sombra,
un
rancho de dos aleros.
Cierro
los ojos y estás
en
esas noches de invierno,
agachado
sobre el rancho
cobijándolo
del viento.
En
tus ramas hizo nido
la
alegría de mis juegos
cuando
descalzo en verano,
gasta
mis años nuevos.
Y
cuando el campo, mis pies
quemaba
con solo de enero,
me
esperabas con tu sombra
deshilachada
en el suelo.
Tala
viejo de mi rancho,
no
voy a dejar ni muerto.
que
cualquier fogón de pobre
quiera
ser tu cementerio.
Porque
en cada gajo tuyo,
corre
sangre de mis sueños
y
el que quiera hincarte el hacha,
me
está arañando por dentro.
Porque
te regué con llanto,
después
que a mis pobre viejos,
los
dejé en el campo santo,
cuando
los llamó el supremo.
Porque
en vos muere la ausencia,
de
los que quise y se fueron
cuando
sacuden tus ramas
tus
recuerdos polvorientos.
Tala
viejo de mi rancho,
no
voy a dejar ni muerto
que
cualquier fogón de pobre
quiera
ser tu cementerio.
Versos
de Artigas
Buela Gaona
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