lunes, 27 de junio de 2016

EL BAUTISMO

Le dibujó cicatrices
con sus rodajas de guapo
en cadena de mudanzas
que eran más bien, un milagro.
Pachamama agradecida
le rigalaba a puñados
curioso festeón de polvo
pa’l chiripá del paisano.
Y él siguió, macho de origen,
igual que potro orejano
anudando valentías
a filo de punta y taco.
Hasta que un día, el criollaje,
luego de sentirlo hermano,
se le ocurrió que era hora
y decidió cristianarlo.
Pa’l bautismo, la madrina
le puso un collar de pájaros
y a sus espaldas de pampa
la luna le dio un tul blanco.
La madre, una vieja caja
con el parche remendado
charlaba con Don ombú
que era el padrino pa’l caso.

Y dejó de ser sin nombre;
rezó el alero del rancho,
y a los cuatro rumbos criollos
nació a la vida… el Malambo.


Versos de Tito Martella

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