viernes, 31 de enero de 2014

ROMANCE DE "LA REGALADA"

(basado en una leyenda popular norteña)

Está negra de silencio
la multiplicada selva,
y arriba luce la noche
su piel de sombra y de estrella,
cuando cruzando el atajo
que pinta la luna llena
vienen de largo galope
los dragones de Pezuela.

¡Qué roja que fue esa tarde
salpicada de pelea!
¡Qué entrecortada de gritos,
crespa de lanzas y espuelas!
Pero los gauchos de Güemes
abrieron por fin la brecha,
y huyendo a todo correr
bajan ahora la sierra.

¡Ay, que son muchos los godos,
pobre de la montonera!
Maltrechas cabalgaduras
solo a los criollos le queda,
y ya tienen a su espalda
los que le siguen la huella,
y ya le alcanzan sus gritos
tras de las nubes de tierra!

Pero entonces… ¡Oh, prodigio!
Alguien surje de la vera,
se alza en mitad del camino,
frena la loca carrera,
y ante los ojos atónitos
de los godos de Pezuela,
cubre con su cuerpo blanco
la tropa que huye dispersa.

¿Quién es esa fina sombra
que bajo la luna llena
muestra desnudo su cuerpo
de inenarrable belleza?
¿Quién es la que de ese modo
todos sus encantos muestra,
teniendo por atavío
tan solo su cabellera?

Es ella “La Regalada”,
la joven virgen de América,
la que al ver que en el combate
les era la suerte adversa,
corrió cruzando picadas
para salir en defensa,
de aquellos gauchos que tienen
su misma sangre salteña.

Se rasgó las vestiduras
para que todos la viera.
Lirio más blanco en la noche
nunca jamás floreciera.
Y armada tan solamente
de su mágica belleza,
con ella paró la furia
de la loca soldadesca.

Ese instante de estupor
dejó las armas suspensas.
Pero al punto los realistas
se volvieron contra ella,
de su ágil forma de estatua
todas las miradas presas,
y de su carne marmórea
todas las manos hambrientas.

Pero ella, “La Regalada”,
fingiendo falsa demencia,
giró cual si la locura
sus finos miembros moviera,
dejó que la aullante turba
por última vez la viera,
y con un grito de burla
se hundió de nuevo en la selva.

Así fue como una noche
bañada de luna llena,
la gracia de una mujer,
de una mujer de las nuestras,
pudo detener las armas
de la invasión extranjera,
y salvar la tropa gaucha
con tan solo su belleza.
…………………………..
Allá, por el año quince,
sobre la tierra salteña!

Versos de Teófilo Hiroux Funes

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