Representa
crecer con sacrificio:
despacio,
muy despacio;
como
si el cielo le pesara encima
y
tuviese que dirlo rempujando.
Por
eso es que las ramas se le tuercen
y
no se van muy alto.
Del
hacer tanta juerza, desde chico,
se
cría duro, seco y desformado.
Mirándolo
de golpe es medio feo
naides
lo ha de estimar por la presencia,
parece
que su cuerpo es todo ráices
y
que al revés se acomodó en la tierra.
Pero,
que linda fibra! Puro nervio!
Poder
y resistencia!
Ha
de ser mucho el árbol
cuando
las uñas al jaguar le mella!
No
precisa cuidáos. Por ser sufrido
lo
que padezca no le importa a naides,
y
ansí lo miran como a cosa bruta
que
ni el provecho que le sacan, vale!
Lo
alambraos lo llevan
en
guerrillas de postes
que
aguantan años, en las líneas, firmes,
peleando
al tiempo en interés del hombre!
Le
tengo simpatía,
porque
es todito corazón. ¡Por eso!
Porque
es hecho a rigor y es sano, de alma!
Y
hasta viviendo mal tratao, es güeno!
L’hacha,
el fuego, el progreso,
lo
van exterminando…
La
última seña que dará de vida
será,
un humito que se va de un rancho…
Quizás
que al mesmo tiempo
piense,
junto al fogón, algún paisano:
“La última
astilla’e Ñandubay”,
y
sea también l’último gaucho!...
Versos de Romildo Risso
-uruguayo-
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