jueves, 5 de mayo de 2022

LA GUITARRA

 Tiene en su alma moruna

suave tristeza que asoma

como la pálida aroma

de la flor de nuestras tunas;

es su encordado la cuna

de resonantes primores

y modula esos rumores

con que en la selva nativa

la palomita cautiva

reclama tibios amores!

 

Cuando su prima vibrante

estalla en agudos trinos,

suaves ecos cristalinos

resuenan emocionantes;

cabe allí la estrofa amante

que es la canción de un gemido,

y algún labio estremecido

busca otro labio dichoso

y en un afán delicioso

queda en silencio prendido!

 

Cuando gime la bordona

su grave, profundo acento,

desmayado en sentimiento

el corazón se abandona;

todo el cordaje se entona

en melancólico arpegio

y el sonido, suave y regio

de su alma resonante,

hace vivir un instante

de divino sortilegio!

 

Magestuosa sultana,

su armonía se reviste

con esa canción del “triste”

que es la elegía paisana;

con el “estilo” engalana

una cadena infinita,

y se estremece y palpita

gallarda, acariciadora,

en la nota seductora

de la agreste “vidalita”!

 

Ora alegre y retozón

su rasgueo se enseñora

en la danza arrulladora

del paisano “pericón”,

se achica en la “relación”

pa’ decorar el momento,

pero, en seguida, su acento

de melodías se llena

cuando la gaucha “cadena”

retoma su movimiento!

 

Ora grave y apenado

arpegia con un quejido

en el campero latido

del “cielito” enamorado,

vuela en giros entibiados

por un cálido lamento

y su tierno sentimiento

se desgrana en el espacio

bajo el inmóvil topacio

del tranquilo firmamento!

 

Ella también se adolora

en el silencio y olvido,

por las horas que ha gemido

bajo el rancho de totora;

ya no se alegra ni llora,

ni adornada con esmero

por el lazo bien campero

de la dulce compañera

va cruzada en bandolera

a la grupa del trovero!

 

Versos de Justo A. Triay

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