Bajó del cielo una luz.
Sobre
el ombú que en la loma,
como
un atleta se asoma,
se
posó en forma de cruz.
De
la lechuza el cuz-cuz
rasgó
el silencio campero,
al
solitario viajero
lo
inundó extraña congoja,
su
entereza de deshoja
ante
el presagio agorero.
Vuelve
de lejano pago
donde
luchó brazo a brazo;
hoy
de maternal regazo
viene
buscando el halago.
Lo
sacude ese mal trago
que
amarga la travesía;
aunque
le sirven de guía
locas
ansias de llegar,
siente
alivio en esperar
a
que alumbre el nuevo día.
ya
sacude su congoja
en
forma brusca y vehemente,
aunque
una lágrima ardiente
la
tosca mejilla moja.
Al
flete la rienda afloja,
reinicia
su caminar
y
cuando va a repechar
por
el tortuoso sendero
de
nuevo el grito agorero
viene
la calma a turbar.
Cruz
diablo, dijo el jinete,
murmuró
trunca oración,
sintió
menos opresión
el
corazón en su brete.
Arrancó
al galope el flete
y
del día en la alborada,
de
su rancho en la enramada,
abrazó
a la madre buena,
lloró
envuelto en la serena
tibia
luz de su mirada.
La
luz que viene del cielo
que
nunca al criollo acobarda,
la
luz mala es la que arde
con
miasmas de extraño suelo.
Escude
altivo su celo
con
luz de patria ideal,
tenga
el fogón patriarcal,
brasas,
luz de coronillas
y
hará sombra en las cuchillas
nuestra
bandera oriental.
Versos
de Lino
Contrera
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