En
el montón, el monte y la montura
anduve
en libertad y prisionero.
No
tuve lo que quise y lo que quiero
lo
perdí en boleadora o mordedura.
Mi
suerte fue la guerra y la aventura,
y
mi desgracia no morir primero.
Es
muy poco ser solo montonero,
un
soldado de tantos, una oscura
cicatriz
en el pecho, una ignorancia,
únicamente
una pasión, un ansia
de
seguir la bandera y el caudillo.
Nadie
sabe mi nombre ni mi apodo.
Y qué
puede importar, después de todo,
si
tengo aún mi sangre y mi cuchillo.
Versos
de Gustavo
García Saraví
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