Los
inviernos son más crueles
si
llueve en medio del campo,
y
alguno llega a enfermarse
y
hay muchas leguas de barro.
Hasta
donde ven los ojos,
no
existe farmacia… o algo
que
pueda mermar, siquiera,
la
fiebre de un engripado.
Doña
Rosa es curandera…
ya
con más de ochenta años…
Y
así yo lo conocí
tras
el humo del cigarro.
Y
curó eczemas rebeldes,
verrugas,
herpes y empachos…
Que
hay veces curan los médicos,
pero
con mucho trabajo.
Con
rezos y aguas bendita,
saca
los raros encantos…
porque
en el Sol de la Fe
no
habitan sombras ni daños.
Supo
criar a quince hijos
dentro
del monte cerrado…
porque
se le fue el marido
después
del último parto.
Muy
humilde y silenciosa,
de
mirar profundo y manso,
sabe
llegar hasta el alma
como
los antiguos sabios.
Y
vive allí, todavía,
con
luces, flores y pájaros…
Rodeada
de buena gente;
y
haciendo humear el cigarro.
Versos
de Adolfo
Cosso
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