1
Una
tarde entre dos luces
de
su zaino malacara,
se
apeó frente del juzgao
Serapio
Telmo Miranda;
era
un gaucho alto, fornido,
con
un sombrero de ala ancha,
blusa
negra de merino
bombacha
obrera, bota alta,
cinto
tejido de tiento
y
un largo facón de plata.
2
“-Vengo
porque me han citao”,
dijo
con cierta arrogancia.
“-¿Vos sos -repuso el
alcalde-
Serapio Telmo Miranda?”
“-En
nombre y apelativo,
el
mesmo que viste y calza.”
“-Han llegado a mis oídos
mentas de tu mala fama,
que no hay alambrado alguno
que no le hayas metido hacha.
3
¿Cómo es que habiendo tranqueras
para entrar en las estancias,
cruzas por los alambrados
hachándolos a mansalva?;
esa sorda cobardía
no cabe en un alma gaucha,
no sabes que en esos campos
hay mucha hacienda baguala,
y vos los hacés camino
porque se te da la gana”.
4
“-Voy
a contestarle al hombre
y
a la ley que me demanda:
yo
soy hijo de esta tierra,
un
engendro de su entraña;
ella
me formó en su vientre
y
me acarició en su crianza;
palpitan
en mi existencia
fibras
de ombuses y tala,
de
la sustancia del pasto
es
la fibra de mi savia.
5
Y
a cada alambre que estiran
compriendo
que me separan,
del
corazón de los míos
y
se divide mi raza;
que
de mi madre me alejan
y
empiezo por añorarla,
pues
los alambres lo agringan
y
le transforman el alma,
los
alambrados achican
el
amor de Pacha-Mama.
6
Yo
soy de origen indígena,
mi
madre también indiana,
mi
abuelo, mi bisabuelo,
hasta
el nacer de la raza,
que
engendrara el fecundante
vientre
de la tierra incaica,
mezclada
con la simiente
de
la flora y de la fauna,
y
todo cuanto madura
bajo
la azul lontananza.
7
¿Cómo
pueden vender, digo,
un
retazo de mi pampa,
sin
cometer el delito
de
hacer una venta falsa?;
si
la tierra no es de naides
¿cómo
pueden negociarla?
De
haber un dueño, es el indio
que
es la tierra en cuerpo y alma,
después
del indio no existe
más
dueño que el sol y el agua.
8
Por
eso es que con mi corvo
donde
quiera me abro cancha
porque
el intruso se empotra
entre
los campos que alambra;
y
cada alambre es un gringo
que
el camino nos ataja,
y
ya no queda un retazo
donde
clavar una estaca
para
que aten los caballos
los
huérfanos de mi patria”.
9
“-Basta -repuso el
alcalde-,
me has dado una lección sabia,
yo también soy argentino
y llevo un indio en el alma;
en los campos de batalla
abrí claro con mi laza,
al tropel de los baguales
en la larga guerra gaucha,
entre zumbidos de bolas
y entreveros de armas blancas.
10
Ya mismo, amigo Serapio,
monte sobre el malacara,
y entre a cruzar por lo suyo,
porque es suya la campaña;
desde el nacer de Ushuaia
hasta el confín de la Quiaca,
del pie de la cordillera
a las orillas del Plata,
y los rumbos que lo lleven
al corazón de la pampa.
Excelente este poema lo escuche hace poco recitarlo a mi padre .Con esto se demuestra que la injusticia y la division de clases existe desde siempre.Una lucha interminable entre pobres y ricos .
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