El
aire de la noche recibía
un
tropel de relincho degollado
y
un arisco desierto empecinado
al
indio en su misterio lo envolvía.
El
huinca aquella tierra concebía
en
sus dones por fuerza de reinado,
y
al invadir la pampa enajenado
con
los rezos tapaba su herejía.
Caldén
y Piquillín -trenza de champas-
engarzaron
de espuela los garrones
ensartando
la muerte entre sus guampas.
Murieron
desafiando perdigones…
Así
se fue la Patria de los pampas:
con
el muñón sangrando de malones.
Versos
de José Adolfo Gaillardou
(El Indio Apachaca)
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