sábado, 18 de octubre de 2025

TALA

 Porque crecí retorcido

y espinoso como el tala,

se me ha antojado que el árbol

me reprsenta en sus ramas.

 

Algunos dirán seguro

que estorbamos en las pampas,

que la leña que brindamos,

no forma una buena brasa.

 

Que pa’ colmo en el invierno

parece que nos secaran,

porque se nos caen las hojas

y afeamos las barrancas.

 

Y otros más lamentarán,

por culpa de la alambrada,

que allí nos vamos salvando

de topadoras y de hachas.

 

Pero olvidan los cretinos,

que nuestra sombra ocultaba

la casa de los yaguares,

del querandí su morada.

 

Y no saben o no quieren

saberlo por si se espantan,

que nos quedamos sin hojas

pa’ que’l sol llegue a otras plantas.

 

Que le dimos hasta nombres

para saber dónde estaban,

si en el Talar de Pacheco

o en el pueblo de Los Talas.

 

Pero ha querido la suerte,

más que suerte una desgracia,

que nuestro nombre del inca

coincida con el que tala.

 

Porque talan y destruyen,

cada vez con mayor saña,

y no es lo mismo el que tala

que dejar de crecer un tala.

 

Tal vez un día recuerden

con algo de pena amarga,

que debajo del asfalto

hubo raíces de talas.

 

Que fuimos para las aves

abrigo, comida, casa,

y que en vez de criticarnos,

en el alba nos cantaban.

 

Y si queda alguna duda

que somos la misma raza,

prueben su fruto y verán

que era dulce nuestra alma.

 

Versos de Juan Carlos Chébez

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